Cansados, muy cansados, están los
lideres en los barrios de la operación política de los líderes políticos tradicionales,
que los tratan como si fuesen taxis, es decir que cada vez que hay elecciones,
les ponen un taxímetro que cuenta el número de votos que le van a colocar a el
candidato y por ese número de votos posteriormente --si es un candidato que
cumple-- ha de iniciar la repartición de puestos de la administración--esto si
le alcanza para todos--. Tanto así, que muchos desean terminar con esta
práctica de alquiler, que va en
perjuicio del interés y bienestar general, y que hoy por hoy, es una de las causas
del mal manejo de los recursos públicos, que posteriormente se convierte en el
motor de la corrupción y el detrimento del patrimonio público. Se socava la
identidad de los barrios y la actividad de los líderes pierde legitimidad, esta
es una de las formas en que se debilita la voluntad popular, pues esta práctica
divide los criterios generales y los desvía hacia la satisfacción de los
intereses particulares del político de turno.
Somos conocedores de las grandes
necesidades de cada uno de los habitantes de los barrios, nos damos cuenta
también que la mayoría de la veces lo políticos obtiene lo que desean del
barrio, pero nunca vuelven a saber de él. Lo que planteamos es todo lo
contrario, cada barrio es el acontecer de vida ciudadano y su mejoramiento
implicaría el mejoramiento global, es decir, nada ganamos con hacer obras que
no afectan sino a un determinado sitio de la ciudad, y que por lo general,
favorece a sectores cuyas necesidades se cubren satisfactoriamente.
Los barrios son la unidad más pequeña
en la planificación urbana, y su actividad económica la mayoría de las veces no
se privilegia, a tal nivel, que la gran masa de población barrial desconoce el
potencial del barrio en el que vive. La mayor parte de las veces, esto obedece,
a que se piensa solo en el barrio para épocas electorales, se hacen muchas
promesas a los habitantes, incluso el líder ha arriesgado su credibilidad
asumiendo el compromiso del político que él apoya. Posteriormente ese líder
deberá enfrentar a la comunidad por las
promesas incumplidas y los planes fallidos.
Se justifica entonces en época
tan difícil seguir arriesgando por las
promesas incumplidas de estos líderes
políticos de excelsa prosa, pero de tan estéril proceder. Un líder
debe privilegiar la integralidad y la comunicación cuya actividad debiera tener
como fin la cooperación, no solo en la esfera del barrio sino inter-barrial.
Cada día en los barrios es diferente, nunca
el acontecer es el mismo. Esa dinámica, es la que permite acometer diferentes
proyectos, adecuaciones, reorganización, pero ¿Que pasa actualmente? La
actividad del barrio no se promociona, las iniciativas se esterilizan antes de
ser siquiera puestas en el papel, pierden relevancia así hayan sido incluidas
en alguno de los papeles, que obligadamente por ley debe elaborar el
funcionario de turno encargado, llámese Alcalde, secretario de despacho o
gerente de empresa descentralizada--plan de desarrollo, planes parciales,
planes indicativos, planes de desempeño etc. Es por eso que sobre esta situación
y su perspectiva es en la que se debe
actuar. Es un enfoque centrado en el desarrollo barrial, partiendo de barrios
más seguros, más iluminados, más participativos. Barrios donde no falte el pan en la mesa de los vecinos, es
volver a saber que pasa en el barrio. Un barrio
donde sea satisfactorio vivir, donde
podamos socorrer al que necesita apoyo, porque, aunque no nos sobren los
recursos, siempre contaremos con una estrategia para resolver cada una de las problemáticas que se nos presentan con el
apoyo de la municipalidad, desde nuestros grupos sociales de apoyo comunitario.
Todo lo anterior apunta hacia un
objetivo y ese objetivo es precisamente no llegar al electorado con una
plataforma política que salga privilegiando la clientela y el empresariado
político, forma de actuar cuyas consecuencias son la profundización del
caudillismo y el gamonalismo en un proceso que ha causado una elevada
indeterminación política, alejando muchas mentes valiosas del quehacer
político. Esta situación se presenta no sólo en el proceso político, este empresariado
político se adueña de los procesos contractuales poniendo a su servicio
todo el sistema administrativo público, se adueñan de sectores muy
representativos presupuestalmente hablando, como la educación, la salud y la
infraestructura. Tal esquema es contario a un sistema que privilegie la igualdad democrática y la justicia.
¿Cómo lograr un nuevo liderazgo político donde se tengan en cuenta estos dos
elementos tan importantes para lograr una sociedad bien ordenada? Y a la vez
que permita contrarrestar esa indeterminación política en que esta sumida
nuestra nación, bueno, el planteamiento requiere un liderazgo basado en el
reconocimiento del ciudadano, de recuperar su autentico papel protagónico en la
civitas, es como dice el titulo de esta ponencia, UN NUEVO LIDERAZGO POLÍTICO, A
PARTIR DEL RECONOCIMIENTO, LA
IDENTIFICACIÓN, LA INTEGRALIDAD, LA COMUNICACIÓN Y LA COOPERACIÓN BARRIAL.
El barrio es lo que he denominado
la
ciudad en pequeño formato, el se convierte en el reflejo y a la vez en
célula activa del acontecer de los hechos sociales y económicos, es algo
paradójico cuando un candidato está en campaña, camina por los barrios tratando
de cautivar a los electores pero después de su triunfo, si lo consultamos con
un ciudadano al azar posiblemente este nos diría con desenfado ¡obvio el
candidato nunca volvió por aquí!
Esperamos una nueva ola en la
administración local, no una ola que arrase todo como un tsunami sino todo lo
contrario, necesitamos una ola que nos traiga perspectivas nuevas que nos
permita activar una era de cambios importantes para la construcción de
ciudadanía. Una visión renovada basada en la perspectiva del desarrollo local. Para ello es importante un cambio de
estructura, un cambio en la manera de ver las cosas y de plantear los
significados a partir de esa mirada, no basta con solo cambiarle el ritmo al
corazón, dada la gran dificultad para mantener el ritmo si las diferentes partes no están armonizadas. La visión
construida a partir del desarrollo local puede generar algo muy importante de
lo que hoy por hoy adolece la ciudad colombiana, es la falta y carencia
permanente de articulación de los intereses locales y donde se ignora de
continuo los intereses y los derechos de los habitantes de la ciudad.
La ciudad requiere de un plan
visionario o en su defecto una serie de planes visionarios equilibrados,
conmensurables y participativos.
El trasfondo de todo es que le
dimos la espalda al trabajo duro, a la
construcción desde lo mínimo, pues nos dimos a la tarea de apostarle a lo grande que no es malo ni
perverso sino que mas bien crea un efecto doble, así, por un lado, posterga
el gasto social muy importante para
fortalecer el tejido social y por el otro, deja para la estructura económica de
la localidad una carga fiscal muy importante que le acompañará por algunos
lustros, máxime cuando se recurre al esquema, ese sí perverso, de la
permisividad en el manejo discrecional –las llamadas vigencias futuras--de las
autoridades políticas del municipio.
Para un secretario o jefe de
planeación es muy sencillo dedicarse a planificar sobre las cosas grandes, pero
ha tarea harto difícil y azarosa trabajar la planificación desde la unidad más
pequeña, es decir desde los barrios. Es engorrosa y más problemática porque los
ciudadanas y ciudadanos pueden ejercer control social a la gestión pública y al
trabajo de los funcionarios. Lo que se convierte a veces en inaceptable y que
ocurre actualmente, es que, se hubiere privilegiado este tipo de manejo y que
además no se hiciera una buena gestión. Por eso la planificación debe hacerse
desde y con los barrios, en aras de la transparencia y en procura de un proceso
de planificación asertivo y participativo en suma, el barrio, nuestros barrios y los
corregimientos son parte del territorio ¿Acaso es que la suma de los
territorios da un resultado diferente? Cada lado de la ecuación cuenta,
no es un proceso de suma cero. Y es evidente aún si lo vemos gráficamente y
geográficamente. Pero la ciudad no es solo la ecuación que relaciona su
superficie, en esta identidad juegan los sentires, los amores, las aspiraciones,
los sueños, por ello es necesario e imperativo construir un sistema
auto-referente entre la administración municipal y los
barrios. Para ello hay que “eliminar” la intermediación clientelista, sino se hace, es como si entre una pareja de
esposos con problemas se aceptara siempre la presencia de un tercero.
Actualmente la planificación es
la cenicienta del proceso de desarrollo municipal, se hace
evidente cuando se soslaya su importancia en el marco de las decisiones
fiscales, pues el plan de desarrollo es todo menos el reflejo de las
prioridades de la localidad. En este proceso se propone replantear y
reestructurar la planeación de la ciudad, es necesario que se articulen todas
las instancias alrededor del desarrollo de los barrios, allí están las gentes,
los negocios, las escuelas, allí se detectan las necesidades, allí se hacen y
se construyen las políticas públicas por que es allí donde están los problemas
a resolver y, donde se formulan propuestas valiosas de solución. Basta ya de
hacerle al juego al clientelismo, al gamonalismo y a la corrupción. El modelo
esta planteado para que existan dos gestores barriales y un gestor comunitario
con un manual de funciones y un elevado nivel de exigencia tanto en lo técnico
como en la calidad humana, el cual debe ser capaz de orientar los destinos de
la actividad comunitaria, con realizaciones concretas, bajo un esquema
permanente de control social a su trabajo.
La ciudad cuenta
con unas ventajas adquiridas, aunque gran parte de esas ventajas han cedido a
los malos gobiernos que se han sucedido en el reparto del botín, muchas están dormitando allá en los barrios,
esperando que un buen gobernante las saque a relucir, que permita que afloren.
La gente de la ciudad puede estar comiéndose un cable en cada casa de cada
barrio, pero el colombiano difícilmente lo exterioriza en estos tiempos, tal
vez en otros tiempos lo hacía. Por ello hay que hacer el acompañamiento y es
aquí donde es importante restablecer un ambiente de reconocimiento de las
ventajas que se creían perdidas. Señores; reconocimiento y acompañamiento es
lo que necesita el colombiano hoy; por eso es que se plantea una visión del
barrio, renovación urbana del barrio[1],
promoción de organizaciones sociales de ciudadanos para aprovechar sus diferentes
talentos[2]
es decir
vincular
el quehacer ciudadano especialmente articulado con base en una propuesta
pluralista y participativa.
Programas: 1- Basura por comida, 2-Jubipaz, 3-Mi
barrio…nuestros barrios, BARRIO PRODUCTIVO.
municipios,
es el objetivo fundamental del urbanismo en su sentido más amplio, pero además
la
gestión
local debería incluir áreas importantes de la seguridad ciudadana,
la salud ambiental y el uso sustentable de recursos naturales. Los interlocutores por excelencia, en este caso,
serían las organizaciones territoriales pero también las funcionales
especializadas en estas áreas. Aquí
correspondería
a las municipalidades: (i) apoyar subsidiariamente la acción desplegada por los
ciudadanos
a través de estas organizaciones para mejorar su entorno, y (ii) consultarlas y
crear
mecanismos
para que los ciudadanos participen directamente o a través de sus
organizaciones en el control de la gestión municipal y estatal en general.
los
intereses generales con los particulares ―a
través de las respectivas organizaciones― con
el objetivo de hacer competitivo al respectivo territorio sobre la base de un
uso sustentable de los recursos naturales, del desarrollo y aprovechamiento de
sus recursos humanos y culturales, y, por otro lado, mejorar las condiciones
del hábitat. Para poder cumplir este papel, más importante aún que establecer
la interlocución con las organizaciones sociales sería fortalecer la función de
representación de los cuerpos de representantes electos, introduciendo la
representación territorial y la obligación de informarse e informar a los
ciudadanos representados, a través de las organizaciones sociales y también en
forma directa.
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